miércoles, 15 de febrero de 2012

LAICOS VINCULADOS AL CARISMA Y ESPIRITUALIDAD DE LA ANUNCIACIÓN




LAICOS ANUNCIATOS

Los laicos de la anunciación, son discípulos(as) y misioneros(as) de Jesús, incorporados(as) a la iglesia católica por el bautismo que viven sus ministerios laicales en sencillez y humildad, desde el carisma y espiritualidad eucarística y mariana de la comunidad religiosa Hermanitas de la Anunciación, fundada en Medellín – Colombia, por la sierva de Dios Madre María Berenice.
Son “hombres de la iglesia en el corazón del mundo y hombres del mundo en el corazón de la iglesia”; están llamados a participar en su acción Pastoral, primero con el testimonio de su vida litúrgica, como catequistas delegados y animadores de la palabra, cumplen  una magnifica de labor de la iglesia bajo la guía de sus pastores.
Los laicos tienen a Madre María Berenice como inspiradora y madre, juntamente con la rama masculina de los Hermanos Misioneros de la Anunciación fundada por ella, forman la familia Anunciata.


   MISIÓN
El movimiento laical Anunciato, con espíritu eucarístico y mariano, legado de Madre María Berenice, es un “Don del Espíritu Santo Para La Iglesia” que en comunión y solidaridad con las Hermanitas De La  Anunciación, se compromete en el anuncio del reino, la defensa de la vida, los valores y la evangelización de la niñez, juventud y familias, más desprotegidas socialmente.


   VISIÓN
Al 2014 los laicos Anunciatos serán un movimiento líder en la evangelización, reconocido por la iglesia y comunidad por su vivencia espiritual, servicio apostólico y desarrollo de proyectos en apoyo a los reinos favorecidos de la sociedad como repuesta a los desafíos del momento, apoyados(as) en el evangelio y en testimonio de Madre María Berenice.


LEMA

Orar, amar, anunciar y servir al estilo de Jesús y de María en el “SI” de la Anunciación.
     
   OBJETIVOS
    Los objetivos que motivan la continuidad del movimiento laical Anunciato, obra de madre  María Berenice, se expresa así: 
     
            OBJETIVO GENERAL
Responder al llamado de Jesús “vayan y hagan Discípulos míos” a través del movimiento laical de la anunciación que anima a realizar la propuesta y testimonio de Madre María Berenice a favor de la niñez, juventud, familias, sin distinción de credo, nacionalidad y condición social.


OBJETIVOS ESPECÍFICOS

ª       Facilitar al laico Anunciato la vivencia de su vocación, misión y pertenencia a grupos que confronten su presencia en el mundo y la iglesia con las orientaciones eclesiales y la doctrina de Madre María Berenice.
ª       Propiciar a los laicos la formación humana espiritual, eclesial y congregacional que les ayude a configurar su ser y hacer con el de Jesús Eucaristía  y nuestra señora en el “SI” de la anunciación.
ª       Comprometer al laicado anunciato  en una afectiva inserción de la comunidad parroquial, a la formación para los ministerios y a la participación en el plan parroquial, pastoral, familiar y social.
ª       Fortalecer entre los laicos Anunciatos lideres con clara identidad cristiana, percepción critica de los problemas para que respondan con actitudes evangélicas y proyectos en su campo profesional, ocupacional y social.

       ILUMINACIÓN DOCTRINAL


Son muchos los escritos eclesiales y congregacionales que iluminan el ser y hacer del laico anunciato entre otros:

Mateo en su evangelio comunica el mandato expreso de Jesús a los laicos “vayan pues, a las gentes de todas las naciones y háganlas mis discípulos, bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y enséñeles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Por mi parte yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”.

Todavía salió a eso de las cinco de la tarde, vino otros que estaban allí, y les dijo “Por que estáis aquí todo el día parados”. Le respondieron “Es que nadie nos ha contratado” y él les dijo: “Id también vosotros a mi viña”.

Pues bien ustedes son el cuerpo de cristo y cada uno de ustedes es parte de ese cuerpo. Dios ha querido que en la iglesia haya, en primer lugar apóstoles; en segundo lugar profetas, en tercer lugar, maestros luego personas que hagan milagros y otras que curen enfermos, o que ayudan, o que dirijan. Pero todos son parte del mismo cuerpo”.

La vocación laical tiene una doble dimensión: 1. El laico está llamado a evangelizar e iluminar el mundo a partir de las cosas temporales 2. A testificar la esperanza con un estilo especial de vida, es decir, a  procurar el Reino de Dios en el ámbito de las realidades terrenas, ordenándolas en conformidad con el proyecto del creador y con el de la redención realizado por cristo.

El laico vive inserto e implicado en todos los deberes de la vida familiar y social  y actúa en determinadas áreas para que la iglesia sea sal de la tierra, pueden además, llamados por la jerarquía, ejercer algunos ministerios, con miras a la propia santificación y a la caridad para el prójimo. Todo laico en virtud de los dones que le han sido otorgados, se convierte en testigo y en vivo instrumento de la misión de la iglesia en la medida del don de Cristo.

“La dignidad de los fieles laicos se nos revela a plenitud cuando se considera esa primera y fundamental vocación, que  el Padre dirige a todos ellos en Jesucristo por medio del Espíritu la vocación a la santidad, o sea a la perfección de la caridad. El santo es el testimonio más esplendido de la dignidad   conferida al discípulo de cristo”.
“Con la claridad hacia el prójimo, los fieles laicos viven y manifiestan su participación en la realeza de Jesucristo, esto es, en el poder del hijo del hombre que no ha venido a ser servido, sino a servir”.

Para un renovado dinamismo espiritual y apostólico en la iglesia conviene aunar esfuerzos entre personas consagradas los laicos serán introducidos en la experiencia directa del espíritu de los consejos evangélicos y animados a vivir y testimoniar el espíritu de las bienaventuranzas para transformar el mundo según el corazón de DIOS”
“A su vez, los laicos fortalecerán a las familias religiosas con larica aportación de secularidad y su servicio específico”.

El documento, en este pasaje, no elude el hecho de que esto plantea una fuerte exigencia a los pastores: “una mayor apertura de mentalidad para que entiendan y acojan el “ser” y el “hacer” del laico en la iglesia, quien por su bautismo y su conformación, es discípulo y misionero de Jesucristo. En otras palabras, es necesario que el laico sea tenido en cuenta con un espíritu de comunión y participación”.
“Uno de los frutos de la doctrina de la iglesia como comunión en estos últimos años ha sido la toma de conciencia de que sus diversos miembros pueden y deben aunar esfuerzos en actitud de colaboración e intercambio de dones, con el fin de participar más eficazmente en la misión eclesial. De este modo se contribuye a presentar a una imagen más articulada  y completa de la iglesia, a la vez que resulta más fácil dar respuestas a los grandes retos de nuestro tiempo con la aportación coral de los diferentes dones”.

En tal contexto eclesial, la misión de la escuela católica, vivida por una comunidad constituida por personas consagradas y fieles laicos, asume un significado completamente particular y manifiesta una riqueza que es necesario saber reconocer y valorar. Esta misión exige de todos los miembros de la comunidad educativa la conciencia de que una responsabilidad ineludible de fomentar el estilo cristiano original corresponde a los educadores, como personas  y como comunidad.

Requiere de ellos que sean testigos de Jesucristo y que manifiestan que la vida cristiana es portadora de luz y sentido para todos. Al igual que la persona consagrada esta llamada a testimoniar su vocación específica a la vida de comunión en el amor, para ser n la comunidad escolar signo, memoria y profecía de los valores del evangelio así también el educador laico está llamado a realizar “su ministerio en la iglesia viviendo desde la fe su vocación secular comunitaria de la escuela”.

El proyecto de la escuela católica solo es convincente si es realizado por personas profundamente motivadas, en cuanto testigos de un encuentro vivo con cristo, en el que el ministerio del hombre solo se esclarece”. Personas que se reconocen, por tanto en la adhesión personal y comunitaria al señor asumiéndolo como fundamento y referencia constante de la relación interpersonal y de la colaboración recíproca entre educador y educando”.

La palabra de Dios en que golpea la peña  es “más dulce que la miel, más que el jugo de panales”. (Sal 19,11), es fuego  para mis pasos, luz y mi sendero” (sal 119,105), pero también “como el fuego y como un martillo que golpea la peña” (Jr. 23,29), es como una lluvia que empapa la tierra, la fecunda y la hace germinar, haciendo florecer de este modo también la aridez de nuestros desiertos espirituales (cf. Es 55,10-11). Pero también es viva, eficaz y más cortante que una espada de dos filos, penetra hasta la división entre alma y espíritu, articulaciones y médulas y discierne sentimientos y pensamientos del corazón”.

Los fieles laicos participan en la vida de la iglesia no solo llevando a cabo sus funciones y ejercitando sus carismas, sino también de otros muchos modos. Tal participación encuentra su primera y necesaria expresión en la vida y misión de las iglesias particulares a las diócesis, en las que verdaderamente está presente y actúa la iglesia de cristo, una, santa, católica y apostólica”.

Madre María Berenice  en el directorio que dejo a las hermanitas de la anunciación impulsa la formación y promoción de los laicos, dirigentes y socias de acción católica en su medio y de catequesis con el carisma y la espiritualidad de la comunidad y en las cartas o circulares que dirige a las hermanitas nos recuerda que el deber de apoyar a los laicos y de trabajar al unísono  con ellos lo saluda y exhorta por medio de la comunidad local.

La congregación de las hermanitas de la anunciación por carisma “realiza la acción evangelizadora en comunión con la jerarquía eclesiástica y demás agentes apostólicos. Impulsa el protagonismo del laico y la pastoral vocacional.

Dinamizamos nuestra misión educativa con fidelidad creativa a nuestro carisma y a las exigencias del momento histórico en la formación humana cultural y espiritual del niño, del joven y de la familia, a quienes tratamos con respeto, combinando siempre la dulzura con la firmeza como nos lo enseño nuestra Madre María Berenice.

El VII capitulo general, celebrado en diciembre del año 1990 en sus determinaciones respecto al programa de Evangelización propone: “incrementar la misión con los laicos y buscar mecanismos para su acercamiento e integración a nuestro trabajo apostólico, desde el impulso que la hermanitas vienen dando al trabajo por los Derechos Humanos”.